miércoles, 28 de mayo de 2008

Sin Ego


Hoy quizá el frío y la fina caída de copos de nieve (niguno igual a su anterior ni a su precedente), nos volvió un poco melancólicos e introvertidos. Como Eternautas en una web que a veces atrapa y otras asfixia, seguimos consumiendo bits y alejándonos de los atómos.

Muchos fotográfos inmortalizaron su nombre, utilizando como puente criogénico para sobrevivir a los siglos, una fotografía. El disparo de un botón en el momento exacto, el interior cavernoso de un lente que se contrae y atrapa la luz, la disgrega y la convierte en imagen.

El dificil acceso del hombre común a los intrumentos tecnológicos, hacía que las profesiones fueran opciones a las que se accedía luego de largas horas deliberando el futuro de nuestra vidas. Arquitecto, abogado, actor, fotógrafo, cualquiera de ellas tenía sus benificios y sus limitaciones. La información era generada por un solo núcleo y por supuesto, no era horizontal sino vertical.

La democratización de la tecnología y por ende, el acceso libre de la humanidad a las fuentes de la información y la fantástica posibilidad de ser nostros mismo los que creemos esa información, ha dado un giro a la realidad, convirtiendo al siglo XXI en una bisagra, social, cultural y política a nivel mundial.

La globalización se siente tambien en las terminaciones intangibles de la web.

Hoy los nombres de los fotográfos no son de fácil recordación, por la simple razón que todos podemos jugar a ser fotógrafos por el tiempo que nuestra diversión o curiosidad o tiempo o simples ganas de hacer algo, aguanten.

La web es entonces el albúm interactivo con llegada al universo, en el cual estos fotógrafos espontáneos muestran sus producciones. En ocasiones, estas placas de tiempo detenido, se multiplican en cada sitio de cada rincón de esta red y entonces el efecto viral se consigue y todos podemos saber lo mismo, prácticamente al mismo tiempo.

Por eso, los autores pierden relevancia con el avance de esta nueva e infinita forma de comunicarnos y difundir, y se fortalece el significado primario y esencial de cualquier expresión, la obra en si misma y no su autor.

Imaginemos grandes bibliotecas con fabulosos nombres y en sus lomos sólo sus títulos y una total ausencia de autores.

Así, con cada cosa.

Así, un mundo repleto de arte y ausente de ego.

La fotografía que ilustra este post, lleva más de 10.000 votos en Digg, y nos muestra la despedida de dos hermanos norteamericanos, uno de ellos a punto de partir hacia la guerra de Irak.

La secuencia concluye con el reencuentro de estos dos hermanos, uno de ellos, dentro de un ataúd.

El autor de estas fotografías ha desdibujado su nombre para darle paso a la potencia de sus imágenes.

El montaje que la realidad nos presenta a cada minuto puede ser más tremendo y crudo que cualquier película de Dario Argento.

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