La industria musical ha sufrido drásticos cambios en los últimos 15 años y el modelo de negocios, como ya todos sabemos, ha mutado hacia nuevas formas. Las redes de intercambio P2P, la descarga directa y la compra fragmentada de canciones sin necesidad de adquirir el albúm completo han hecho de esta industria un nuevo paradigma digital. Más allá de las disputas legales, los ejecutivos discográficos se han visto obligados a cambiar su rumbo y subirse a esta nueva ola llamada internet para comprender que, o encontraban un nuevo modelo de negocio, o se ponían un carrito panchero.
De alguna forma, y si la progresión y el movimiento mantienen su firme marcha, algo similar sucederá con la industria editorial. Ya existe la posibilidad de editar libros via internet, sólo bajo demanda, lo que hace que las editoriales no deban invertir de antemano una gran cantidad de dinero en publicar un producto que por más estudios de mercado que se realicen, nunca podrán asegurar 100% su éxito. Esto también le facilita las cosas al segundo eslabón en la cadena, el distribuidor, quien ya no tendrá que pensar en grandes espacios de almcenamiento, sino en una simple y eterna tienda digital donde podrá comercializar sus productos sin riesgos y con mayor rentabilidad.
La industria editorial sufrirá, nos arriesgamos a pronosticar, un gran cambio en los años que están por venir. Así como el iPod se convirtió en el intermediario entre la música y el oyente, quién logre crear la interfaz más exitosa entre el libro y el lector, tendrá parte de su éxito asegurado.
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